Durante el año que pronto terminará, hemos
conversado sobre ventas y vendedores, mercadeo y estadísticas, productos y
marcas. Les invito a que conversemos sobre
el principal producto que tenemos: nosotros
mismos.
La navidad es el momento del año para hacer balance
y proyecciones. Si algún propósito de 2009 no se cumplió fue por que la meta
establecida no coincidía con el nivel de disponibilidad mental o preparación
para el cambio.
Si no estamos total mente convencidos de lo que
queremos o no sabemos qué es lo que queremos, por supuesto no tenemos una actitud
mental predispuesta para la acción; sin acción no hay realización.
Es necesario que realicemos un viaje al fondo de
nosotros mismos para alcanzar la integración entre lo humano y lo divino y esto
solo puede lograrse con al autoreflexión. Esto no es nada nuevo. Platón lo dijo
hace 2.500 años: “Conócete a ti mismo”. Allí
en el fondo de cada uno de nosotros está el
fuego que Prometeo le robó a Zeus para dárselo a los hombres y hacerlos
semejantes a él.
En el
libro “Sueños en el Umbral” de Fatema Mernessi, (Grupo Editorial 62,
España 5ª impresión, Enero 2007) la
protagonista, una niña que vive en un harem dice: “Tía Habiba me dijo que no me
preocupara por mi futuro, que todas las personas tenían cosas maravillosas en
su interior. La única diferencia era que
algunos conseguían encontrarlas y compartirlas y otras no.” En otro libro fabuloso, “Esa mujer en la que nos convertiremos”,
(Ediciones Paidós Ibérica, Barcelona, España, 1999) la psicóloga Ann G. Thomas
nos señala un camino que lleva a la plenitud: “…no es posible evitar la muerte. Si nos identificamos con nuestro
cuerpo, envejecemos a medida que envejece nuestro cuerpo, pero si descubrimos y
nos identificamos con nuestro espíritu, nos hacemos cada vez más jóvenes,
porque el espíritu es eterno…” y
agrega “el descubrimiento de nuestro espíritu es un proceso creativo que se da
con el tiempo…”.
Mucho se habla del Espíritu de la Navidad; tal vez lo que se
quiere decir es que la Navidad
es un buen momento para buscar nuestro espíritu y compartirlo, es el momento de
abrazarnos y sentir el calor del amigo, del vecino, de la mujer que amamos,
porque diariamente entramos en contacto con muchas personas, pero el tiempo que
les dedicamos es poco. En medio de las
luces multicolores y la algarabía de la Navidad busquemos espacios de soledad para nosotros.
La felicidad es estar con los seres que amamos
y aún así sentir nuestra individualidad.
Sentir que no vivimos solo para hacerlos felices. La felicidad es el equilibrio entre lo que se
da y lo que se recibe. (Fatema
Mernissi). ¡FELIZ NAVIDAD!
Aníbal
Gómez A
Corredor
Inmobiliario Nº114
Director
de Incaval, C.A
anibal@incaval.com.ve
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